domingo, 17 de junio de 2012

UNA MARCHA POR LA INTEGRIDAD NACIONAL


Convocados por el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), miles de hondureños y hondureñas desfilamos el pasado 9 de junio, desde la Iglesia La Guadalupe hasta la Plaza Central de Tegucigalpa, para celebrar el Día de la Integridad Nacional y de la Lucha contra la Corrupción, declarado así por un decreto legislativo aprobado en diciembre del año anterior. Se seleccionó muy correctamente el 9 de junio porque un día como ése, en el lejano año de 1805, nació en Tegucigalpa el general de las manos puras, José Trinidad Cabañas Fiallos.

Nadie mejor que Cabañas personifica la honradez en nuestro país. Lo primero que resalta en él es la lealtad a los principios, particularmente los que tenían que ver con la hermosa causa morazanista.


Desde los veintidós años lo vemos luchar, junto a Morazán, para rebelarse contra las tropas de Justo Milla que invadieron Comayagua, derribando al gobierno de Dionisio Herrera. De ahí para adelante, todo corazón y toda entrega, se inserta en batallas tan memorables como las de La Trinidad, Las Charcas, Espíritu Santo y San Pedro de Perulapán. No hubo momento en el cual el pequeño gran soldado dejara de brillar por su entrega y su amor profundo a la patria centroamericana.

Ni el triunfo del separatismo, ni la ambición que a veces obnubila a los hombres, pero que en la conciencia de Cabañas no tenía cabida, lo separaron un ápice de su gran hermano, Francisco Morazán, a quien acompañó en su exilio en David, hoy territorio panameño, en el destierro peruano y en su regreso a Centroamérica, para combatir a los ingleses que se habían apoderado de la costa Atlántica de Nicaragua, hasta el holocausto josefino de 1842. Triste, pero no vencido, regresó a El Salvador a bordo de El Coquimbo, junto a doscientos cuatro compañeros de lucha que encarnaban lo mejor de la gesta morazanista.

Estando en San Miguel un grupo de hondureños llegó a ofrecerle la presidencia de nuestro país, posibilidad que inicialmente rechazó, alegando, ya como último recurso, que le daba pena aparecer con la única camisa que poseía. De todas maneras el reclamo de la patria era muy grande, y es así como El Caballero sin Tacha y sin Miedo ocupa el solio presidencial, a partir de 1852. Desde su delicado cargo apoya el desarrollo de la educación, la agricultura y la minería, soñando con el proyecto del ferrocarril interoceánico, que no pudo concretar, y que devino en un terrible fiasco para el país, cuando el dinero destinado para tal fin fue robado por un grupo de mal nacidos, durante la gestión de José María Medina.

Llama la atención la apertura de Cabañas hacia la opinión pública cuando, a través de un hermoso escrito, exhorta a la prensa de aquel momento a ayudarle a gobernar haciéndole críticas, en el entendido -decía- que la libertad de prensa es la primera de las libertades.

Emociona más todavía su negativa a aceptar una pensión vitalicia que le ofrecía el Congreso Nacional, alegando que las arcas del Estado eran muy pobres, pero sobre todo afirmando que él no había más que tratado de cumplir su deber como ciudadano. ¡Hermoso gesto que hoy no dice nada a aquellos que llegan a las instituciones públicas para saquearlas y destruirlas!

Una rápida revisión de la historia de Honduras nos permite constatar que son pocos los presidentes, jefes de Estado y demás personas con poder, que han seguido el ejemplo de Cabañas. Ahí están, para corroborar nuestro aserto, los múltiples escándalos que han salpicado de lodo el rostro de la patria: las concesiones leoninas a compañías extranjeras, el constante robo del erario, el lechazo, el lapizazo, el cementazo, el pasaportazo, el chinazo, y tantos otros “azos” que nos llenan de ignominia.

Hace algunos años nos sentimos impotentes por el destino tortuoso que se dio a los fondos de la Estrategia para la Reducción de la Pobreza, que la Cooperación Sueca declaró “sepultada”, precisamente en un país como el nuestro donde el número de pobres aumenta día a día.

Y más recientemente hemos visto el descalabro del Inprema y de la Empresa Nacional Portuaria, así como la crisis -por la vía de la corrupción- del sistema educativo nacional…¡sí es que a eso que tenemos le podemos llamar sistema!

En todos los casos los corruptos han sido cubiertos por el velo de la impunidad, cuyo peso es mayor que el de la ley y la justicia.

Para protestar contra tan desolador panorama desfilamos el pasado 9 de junio, convocados por el CNA, bajo el grito de ¡Transparencia¡ ¡Transparencia! ¡Transparencia!, confiando que algún día el espíritu de Cabañas sea como un sol radiante que brille, invencible, en el horizonte de la patria. 

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